Cuando un monstruo
se siente mal
quiere que todos se le acerquen, sonríe como idiota.
Comprende que el mundo esta hecho así por razones obvias y maravillosas
y que no quisiera jamás que fuera de otra forma.
Siente que es parte de todo y que quiere hacer una gran fiesta con amigos, parientes, ex novias, actuales novios de las ex novias, vendedores de seguro, vecinas gordas que sentadas en reposeras toman mate en pantuflas.
Lo peor es que este tipo de sentimientos horribles lo agobian a cada rato, aparecen de súbito entre sonrisa y sonrisa, le interrumpen los gruñidos y los suspiros melancólicos.
Es que el monstruo ya está muy mal.
Entonces va al baño y se mira al espejo,
la nariz se le pone respingada y los ojos grandes y brillantes
el pelo se le vuelve sedoso, la voz suave y penetrante
los dientes se emblanquecen y se le endereza la espalda.
y ahora si es el final para nuestro monstruo:
ya ni siquiera
es atractivo.



Juana Luján
paso a tomar un té por casa.
mil monstruosas gracias.


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