six feet under

No hubo angelitos para Rolando, no hubo luz al final del camino, solo ese traje de carne que llevaba desde que nació.
Vaya a saber que planilla no llenó, en ese cielo de cosas que uno nunca sabe, que a Rolando le toco un andar de muerte después de muerto.
Rolando disertaba, ante gran concurrencia, sobre como transcurrir sin esa certeza, como no correr a toda velocidad a la única meta de las cosas.
A los 65 y después de muerto el único problema que empezó a tener Rolando fue pudrirse de cuerpo y de la gente. Y andar y andar, prófugo de lo que nadie escapa.