Rompe cabezas

Una mañana de jueves Renzo se desarmo, al levantarse de la cama, todo en pedacitos desparramado por el piso, Paula, su esposa lo recogió y lo pego meticulosamente. No tardo mucho en descubrir que Renzo se desarticulaba y caía en partes al piso todas las mañanas. A veces lo pegaba y otras lo cosía. Un día los niños del barrio lo encontraron desarmado en el jardín del frente y le pegaron la cabeza en el culo, el codo en la oreja y la nariz entre los dedos del pie. Ese día, Paula, perdió una rodilla de Renzo que nunca más encontró. En el transcurso de un año, ella perdió seis uña, ambos ojos y un codo, sin embargo lo armaba todos los días sin falta a las nueve de la mañana. hasta que perdió la cabeza de su marido, desde ese momento solo lo guardaba en un baúl de buen tamaño. De todos modos ella era testigo de cómo las partes iban desapareciendo como si se fueran del baúl día tras día. Un tiempo después, sus pocos pedazos fueron a parar al cajón de la mesa de luz de Paula.

A las nueve de la mañana del día que cumplió 3 años que Renzo decidió dejarla Paula salió a caminar sin mirar el cajón, sabía que ya no había ni un dedo.

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