por fuera
por dentro
uno tiene dos cerebros
uno para pensar
otro para sentir
uno para sentir
otro para pensar
a uno le va mejor que a otro
claro esta.
Su primer amor fue el partero que le sacudió un cachetazo en la nalga izquierda.
Esta enamorada de todo en la vida, de su vecino, de su osito de la infancia, del florero, de los platos, de los vasos, de la grasa que se junta en le extractor de la cocina.
Lee con un amor, respira con un amor, ama con un amor que es envidiable.
Todo ese amor incondicional le regalo: una hernia de disco por amor al deporte, una gran deuda cuando pasaba por enfrente de una subasta, por amor al arte y seis divorcios. Permaneciendo desconsolada asta que se le cruza otro hombre y Amanda se enamora irremediablemente no porque él fuese de atributos magníficos, sino por hombre nomás.
El amor la ha convertido en una mujer de aspecto decrepito a muy temprana edad, Amanda no come, no duerme, se golpea con todo objeto cercano y no es sino por ese estado de enamoramiento perpetuo que carga por la vida.
Angustiosamente cae en depresiones cuando se le marchita una hoja de una planta del patio y llora sin consuelo si se le cae una gota de su tan amado café sobre su tan amado piso.
Amanda ya no sale de casa.
No mira ni por la ventana.
Amanda le teme a su amor.
las cosas van surgiendo mientras avanzo.
poniendo un pie delante del otro.
uno.
dos.
tres.
pies.
uno delante del otro.
Te escribo desde el hospital, hace tiempo que no te veo.
Te escribo porque esta por llegar mi cumpleaños. Cesar fue el que me dijo que te escribiera. Cesar me cae bien, esta de novio con Silvia. El que no me cae bien es Antonio, me dice cosas feas.
Silvia me cuenta cuentos antes de ir a dormir. Cesar me juega al veoveo y el siempre me gana.
Acá en el hospital el doctor Suárez y la señora Carmen me cuidan. Cesar y Silvia me dicen que contarle al doctor Suárez y yo a ellos le hago caso pero a Antonio no, Antonio es muy malo. Todo lo que me dice Antonio es siempre para problemas yo ya no le hago mas caso. Cuando no quiero escucharlo me tapo los oídos y grito con todas mis fuerzas hasta que Cesar o Carmen me defienden.
Cesar y Silvia ya me dijeron que no falta mucho para que se vayan y se lo lleven a Antonio también, la verdad, yo estoy triste por que quiero mucho a Cesar y a Silvia.
Carmen ya no me mira con cara triste desde que ellos me dijeron que se iban y el doctor Suárez cuando estuve en su consultorio por ultima vez me contó un cuento sobre un chico que escuchaba voces.
A mí me parece que él no sabe muy bien lo que son los amigos.
Besos tía.Nos vemos pronto.
((Una siesta de lunes como a las 3:17 viene una cosa de adentro, una cosa tan de adentro y fuerte que no se contiene, grita con todas sus fuerzas y llora, durante cincuenta días sin parar.
Despierta y dormida.
Y así comenzó su revolución, una revolución que la llevaría a cosas que nunca imagino que nunca pensó como propias.
Redefiniéndola, reconstruyéndola, reviviéndola.
Y no solo viviendo, sino re-creándose.
Para poder crear.))
Cuatro manos tenía Manuel.
Una para sostener el libro.
Otra para revolver el café.
Otra para agarrar el pan.
Y otra para rascase.
De un par era diestro y con el otro zurdo.
Siempre tenía frías las manos.
Pero era por un tema de circulación sanguínea.
Y algo con la cantidad de bolsillos del pantalón.
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